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VIDEO | Javier Manente, el neuquino que conquistó los escenarios del mundo

Javier Manente, un neuquino por los escenarios del mundo.
En 2022 Javier participó de La Voz, en México, enamorando al público con su talento.
Javier Manente en Anastasia.

A los 31 años, Javier Manente es uno de los nombres más resonantes del teatro musical latinoamericano. Desde hace unos meses, brilla bajo las luces del Teatro Apolo de Madrid como parte del elenco de Gypsy, el clásico de Broadway dirigido y producido por Antonio Banderas.

Pero detrás del éxito actual, hay una historia profundamente ligada a una tierra lejana de los grandes centros teatrales: Neuquén.

Javier nació en el seno de una familia trabajadora, dueños de una panadería de larga trayectoria en la ciudad capital de la provincia patagónica. Pero desde chico supo que su destino no estaba en la harina ni en el horno, sino sobre un escenario.

A los seis años ya tocaba percusión, batería, hacía patín y aprendía piano. Dos años más tarde, comenzaba a estudiar comedia musical en la academia neuquina de Claudia La Valle. Su vida había encontrado un rumbo: contar historias cantando, actuando y bailando.

En su adolescencia, mientras cursaba la primaria en el Instituto Superior de Formación Docente Número 6, fue parte de obras como Brigada R y Despertar de primavera, que marcaron sus primeros pasos en escena.

A los 17 años recibió una beca para estudiar en la prestigiosa Point Park University de Pittsburgh, Estados Unidos. Cuatro años después, se graduaba como licenciado en Artes Escénicas, título al que sumaría más tarde una certificación como entrenador vocal en la técnica Estill Voice Training.

Neuquén siempre estuvo en su historia, pero el mundo se convirtió en su escenario. En Estados Unidos participó de obras como Oklahoma!, In The Heights, Mamma Mia! y The Hunchback of Notre Dame. Fue también uno de los pocos artistas extranjeros aceptados por la asociación de actores Actors Equity, una de las más exclusivas del país.

En 2016, tras el triunfo de Donald Trump, Javier sintió que su ciclo en Estados Unidos había terminado. Una audición en México para el musical Los Miserables lo llevó a mudarse al país azteca, donde vivió durante siete años y participó de megaproducciones como Aladdín y Anastasia, donde dio vida a Dimitri, uno de los papeles más celebrados de su carrera.

Durante su paso por México también participó en el famoso reality La Voz, sorprendiendo al jurado con su interpretación de “I Will Always Love You”. Todos los jueces giraron su silla, menos David Bisbal. A pesar de eso, Javier pasó de ronda y se convirtió en uno de los favoritos del público.

Allí demostró, una vez más, su versatilidad como cantante y su carisma escénico, que lo habían llevado ya a interpretar hasta 17 personajes distintos en Los Miserables.

El salto a Europa llegó con la audición para Gypsy, en España. Javier se enteró del casting desde México, empacó y voló al otro lado del océano sólo para presentarse. “No lo podían creer, porque qué riesgo grande es cruzar medio planeta para sólo un casting. Pero yo confiaba en mi talento y en mi trabajo”, contó en una entrevista desde España. Esa audición le valió un lugar en la compañía dirigida por Antonio Banderas.

En Gypsy, Javier interpreta a Yonkers y, una vez por semana, se pone en la piel de Tulsa, un personaje con canción y coreografía propia. Desde su debut en Málaga hasta su actual temporada en Madrid, no ha hecho más que recibir elogios por su desempeño y profesionalismo. Sus compañeros lo describen como generoso, dedicado y siempre dispuesto a dar lo mejor en cada función.

La relación con Banderas ha sido otro punto alto en esta etapa: “Antonio es increíble. Es el primero en llegar al teatro y el último en irse. Cuida a los actores, respeta a todo el equipo. Es un artista total y una gran persona”, dijo Javier sobre el director malagueño.

Lejos de los flashes y los aplausos, Javier no olvida sus raíces. Recuerda los fines de semana de su infancia cuando su padre lo llevaba a ver funciones de títeres o clown en salas pequeñas de Neuquén. “Cuando estoy desanimado antes de una función, pienso que puede haber alguien en el público que salga inspirado, como yo salí tantas veces de chico”, reflexiona.

La historia de Javier Manente es la de un neuquino común, con una vocación inquebrantable y un talento extraordinario. Su camino no fue fácil: atravesó el bullying en la escuela por elegir el arte, vivió el rechazo de numerosas audiciones, cargó con el estigma de ser latino en Estados Unidos. Pero siguió adelante, formándose, trabajando, arriesgando.

Hoy, vive de lo que ama. Su cuerpo, su voz y su creatividad son su herramienta de trabajo. Javier es un ciudadano del mundo, pero en cada paso que da, lleva un pedazo de Neuquén con él. No solo como recuerdo, sino como impulso. Porque si algo demostró este hijo de panaderos neuquinos, es que con pasión, trabajo y perseverancia, los sueños —por más lejanos que parezcan— se pueden alcanzar.

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