Panorama Político de Neuquén
El escenario

Omar Gutiérrez, solo y cercado por la debacle del MPN

El gobernador neuquino Omar Gutiérrez solo y en la debacle. (Dibujo: NOVA)

El ex gobernador Omar Gutiérrez atraviesa su hora más difícil.

Aislado, sin poder real y testigo de una migración masiva de dirigentes del Movimiento Popular Neuquino (MPN) hacia las filas del gobernador Rolando Figueroa, el otrora líder indiscutido del partido provincial enfrenta un ocaso político que parecía impensado hace apenas unos años.

Lo que alguna vez fue un bastión de poder sólido, con décadas de hegemonía en la provincia, hoy se desmorona ante la figura ascendente de Figueroa, quien ha logrado lo que muchos consideraban imposible: unificar a las bases del MPN bajo su liderazgo y someter a una de las estructuras partidarias más cerradas del país a una transformación radical.

Un éxodo sin precedentes

Las señales de la crisis comenzaron a visibilizarse con la creciente inactividad de la junta de gobierno del MPN, presidida por Gutiérrez. Mientras el ex gobernador se mantuvo en un prolongado silencio, intendentes y jefes comunales del partido tomaron las riendas y decidieron alinearse con el actual mandatario.

Uno de los episodios más simbólicos de esta desbandada se dio en Centenario, una de las pocas seccionales que aún no había manifestado su apoyo a Figueroa.

Sin embargo, la resistencia duró poco. Un movimiento encabezado por el diputado provincial Ernesto Novoa logró reunir a 14 referentes históricos del partido y consolidar el respaldo a La Neuquinidad, la coalición liderada por el actual gobernador.

Todo ello sin la aprobación del presidente de la seccional, Claudio Machado, quien intentó sin éxito frenar la estampida.

Para Gutiérrez, esta nueva deserción representó otro golpe demoledor, pues evidenció que su liderazgo ya no genera la adhesión de antaño.

La crisis interna del MPN quedó expuesta cuando Machado envió una carta al exgobernador manifestando su preocupación por el rumbo del partido y denunciando presiones para plegarse a la estrategia de Figueroa. Sin embargo, su advertencia cayó en saco roto: la ola de adhesiones continuó imparable.

Un líder sin tropa

La migración de las bases del MPN, no solo es un reflejo del declive de Gutiérrez, sino también de la consolidación del actual gobernador como el gran articulador político de Neuquén.

Con 21 de las 22 seccionales del MPN plegadas a su proyecto, el partido provincial ha dejado de ser un reducto de resistencia para transformarse en un vehículo más de la nueva conducción política de la provincia.

El respaldo a Figueroa no solo se ha dado a nivel dirigencial, sino también en las bases militantes. La falta de respuesta de Gutiérrez y la ausencia de un rumbo claro han generado un malestar creciente entre los afiliados del MPN, quienes han comenzado a expresar su descontento de manera pública.

Una reciente movilización de militantes autoconvocados frente a la Junta de Gobierno del partido dejó en evidencia el clima de descomposición interna. “Dentro del Movimiento todo, fuera del Movimiento nada”, fue una de las consignas más escuchadas, en un claro mensaje de repudio a la parálisis de la dirigencia partidaria.

Por su parte, la agrupación Movimiento de Acción Política (MAPO) emitió un comunicado lapidario titulado Silencios que dicen mucho, en el que denunció la falta de liderazgo y la desconexión de las autoridades partidarias con la realidad del MPN.

“El descontento y malestar en las bases del MPN se siente. La pérdida de credibilidad y confianza en las autoridades partidarias es una realidad que duele”, expresaron en el documento, que fue replicado en distintos sectores de la militancia.

El ocaso de una era

La crisis del MPN no es solo el resultado de una mala gestión de Gutiérrez, sino la consecuencia de un cambio de época.

La histórica línea Azul, que durante años impuso su hegemonía en el partido, ha quedado obsoleta frente a la nueva configuración política de la provincia. Figueroa, logró integrar en su coalición a sectores que antes estaban enfrentados, incluyendo radicales, peronistas y referentes de la derecha libertaria.

Mientras Gutiérrez languidece en su ostracismo político, Figueroa avanza con una estrategia.

Con paciencia y astucia, ha conseguido alinear al MPN sin necesidad de confrontar abiertamente con su dirigencia histórica. En apenas un año, consiguió lo que sus antecesores no pudieron: unificar al partido detrás de su liderazgo y consolidar una nueva mayoría política en la provincia.

El respaldo unánime de las seccionales partidarias y el apoyo de 30 intendentes han terminado por enterrar cualquier intento de resistencia interna. La Neuquinidad, que en su origen parecía un armado electoral circunstancial, se ha convertido en el nuevo eje de poder en Neuquén.

Un futuro incierto para el MPN

Con el partido prácticamente absorbido por el proyecto de Figueroa, el MPN enfrenta un futuro incierto. La falta de conducción y la ausencia de una estrategia clara han dejado al histórico partido provincial en una situación de vulnerabilidad extrema.

Sin una figura que pueda disputar liderazgo, el riesgo de que el MPN termine convertido en una mera herramienta electoral dentro de La Neuquinidad es cada vez más tangible.

Gutiérrez, quien alguna vez fue el hombre fuerte de Neuquén, hoy solo atina a mirar desde la distancia cómo su partido se desmorona. Sus intentos de mantener una postura neutral han sido interpretados como signos de debilidad, y su inacción solo ha acelerado el proceso de descomposición interna.

Incluso Mariano Gaido, intendente de Neuquén y referente del MPN, ha decidido alinearse con Figueroa. "Voy a acompañar al gobernador en la decisión de los candidatos sin ningún tipo de interés particular ni condicionamiento", aseguró Gaido, dejando en claro que el futuro del MPN está más cerca de La Neuquinidad que de su propia junta de Gobierno.

La soledad de Omar Gutiérrez

El ex gobernador, relegado a un segundo plano y sin aliados de peso, enfrenta su ocaso político en un contexto de máxima desolación. Mientras Figueroa se erige como el nuevo caudillo de la provincia, Gutiérrez se ha convertido en un testigo mudo del derrumbe de la estructura que alguna vez comandó.

El MPN, que en otras épocas se jactaba de su autonomía y fortaleza, hoy se ha rendido a la evidencia: su supervivencia depende de Figueroa. Y el exgobernador, cada vez más aislado, solo puede observar cómo el poder que alguna vez tuvo en sus manos se esfuma sin remedio.

La soledad de Omar Gutiérrez es, en definitiva, el reflejo de un partido que ha perdido su rumbo y de un líder que ha quedado atrapado en su propia irrelevancia.

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