Economía y Empresas
Crisis provincial

El 31,9 por ciento de las mujeres asalariadas no tienen descuento jubilatorio

En el tercer trimestre de 2022 los hogares encabezados por mujeres eran el 41,5 por ciento.

Hay indicadores que permiten analizar el nivel de calidad del empleo. Uno de ellos es la cantidad de trabajadores en relación de dependencia que reciben aportes. En el tercer trimestre de 2018 en la provincia de Neuquén, el 26,5 por ciento de las asalariadas no tenían descuento jubilatorio.

Tras la pandemia de coronavirus el porcentaje aumentó: en el mismo período de 2022 representan el 31,9. Un incremento de 5,4 puntos porcentuales, que significa un deterioro en las condiciones de trabajo de las mujeres.

La dirección de Estadística y Censos de Neuquén señaló en el último informe sobre mercado de trabajo que hasta 2020 hubo una suba progresiva de cobertura jubilatoria en la población ocupada, tanto de varones como mujeres (hasta el momento se sigue midiendo de forma binaria).

Allí se produjo un quiebre y quienes efectivamente acceden hoy a un trabajo en relación de dependencia en la provincia perciben un salario, pero sin aportes, lo cual no sólo precariza su presente. En el futuro dependerán de llegar a una moratoria previsional para completar años y alcanzar un haber mínimo.

En los varones también se registra este fenómeno, aunque el aumento en comparación con las mujeres es menor: en 2018 los asalariados sin descuento jubilatorio eran el 22,5 y en 2022 el 25,4 por ciento.

En paralelo hay un crecimiento de las jefas de hogar en Neuquén que alcanzó 41,5 por ciento en 2022 (7,2 puntos porcentuales más que en 2018), frente a 58,5 de los jefes (7,2 menos que en 2018).

Para Verónica Trpin, investigadora de IPEHCS-CONICET, docente de la Universidad Nacional del Comahue y una de las autoras del informe "Mujeres en el contexto de la pandemia por Covid-19 en el norte de la Patagonia", estas cifras son reveladoras de cómo se insertan las mujeres en el mercado laboral.

"Aumentan la cantidad que se asalarizan, sin embargo no lo hacen en las mejores condiciones", afirmó. Dijo que existe una mayor expectativa de vida y al mismo tiempo bajos ingresos jubilatorios, si es que los hay. Lo que se traduce en una vejez pobre.

"Esto ya nosotros lo habíamos visto para el caso de los migrantes, especialmente chilenos y chilenas, que es una población envejecida que ha circulado históricamente en nuestra región por trabajos precarios o trabajos que en general se hacen de manera informal, como son los circuitos laborales rurales y también los circuitos de la construcción. Es un problema para muchos que debieron iniciar hace una década sus trámites jubilatorios. Las mujeres peor aún, porque en general los circuitos feminizados para las mujeres migrantes han sido el trabajo doméstico, trabajo en casas de familia, que bueno, en general también se marca una tendencia de trabajo informal", agregó.

Sostuvo que si el dato de las asalariadas sin descuento jubilatorio se cruza con el de jefas de hogar, la conclusión es que "más mujeres tienen que asumir la generación de ingresos para el mantenimiento de sus hogares, que repercute en no sólo precarización de sus condiciones de trabajo, sino sobrecarga en función de la poca distribución de las tareas de cuidado en los espacios domésticos".

La doctora en antropología señaló que los números muestran que "post-pandemia las condiciones laborales desmejoraron aún más de lo que estaban. Estos son los coletazos de miles de personas que quedaron sin ingresos, y entonces la vuelta a los circuitos laborales ha sido con bajos salarios y precarización laboral".

Este segmento (el de la población asalariada) incluso ni siquiera es el de mayor informalidad de la economía (como las y los cuentapropistas, por ejemplo) y aun así no garantiza empleo de calidad. "Todo repercute en un retraimiento en el acceso a derechos laborales", manifestó Trpin.

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