En un documento titulado "Unidos para defender Neuquén", el partido provincial marcó el rumbo y puso fin a cualquier tipo de interna que amenazara su cohesión.

La Legislatura neuquina fue testigo de este contundente respaldo. El MPN ahora se pretende plantearse como garante de la gobernabilidad de la gestión de Rolando Figueroa. Ya no solo con el respaldo político de sus más de 30 intendentes y presidentes de comisiones de fomento, sino también en la cámara legislativa, donde ocupan un rol clave. Este acompañamiento se reflejó en decisiones determinantes, como la reciente destitución de la ex vicegobernadora Gloria Ruiz.

El gran derrotado en esta jugada es Gerardo Gutiérrez, hermano del exgobernador Omar Gutiérrez, quien venía pisteando en contra mano y negándose a aceptar el nuevo liderazgo de Figueroa. Su renuncia a la presidencia de la Comisión de Producción en la Legislatura no fue una decisión propia, sino una expulsión encubierta por parte de sus propios compañeros de bloque, quienes ya estaban hartos de su postura obstruccionista.

Este hecho no es menor, marca el fin de una era de mezquindades y egoísmos que llevaron al MPN a su primera derrota en 60 años de historia. La vieja estructura, encabezada por Omar Gutiérrez y sus leales, se resiste a ceder el poder, pero los hechos demuestran que su tiempo ha terminado.

El MPN comrepndió el mensaje del electorado y ha decidido apostar por renovarse de cara al futuro, con Figueroa como líder indiscutido.

Los intendentes y jefes comunales del MPN fueron claros en su respaldo a la gestión del gobernador. Ya no hay lugar para aquellos que buscan imponer divisiones internas o mantener privilegios anacrónicos. La unificación del partido en torno a Figueroa es un mensaje contundente a la sociedad neuquina: el MPN prioriza el bienestar de la provincia y no las ambiciones individuales.

El apoyo no se limita a lo provincial. Con miras a las elecciones legislativas nacionales, los referentes del MPN decidieron no presentar candidatos propios y sumarse a la estrategia de Neuquinidad. Esto significa que jugará un rol clave en la conformación de una representación nacional fuerte y unificada, que defienda los intereses de la provincia frente al centralismo de Buenos Aires.

Para Gerardo Gutiérrez, esta derrota política es un golpe demoledor.

Distanciado del presidente del bloque, Gabriel Álamo, y sin apoyo de sus compañeros, el "hermano" quedó relegado a un papel irrelevante dentro del partido. Su obstinación en mantenerse en una línea política obsoleta lo ha llevado al aislamiento.

La decisión del MPN de encolumnarse detrás de Figueroa también es una advertencia para Omar Gutiérrez, quien aún conserva la presidencia del partido.

El mensaje es claro: si no se suma al nuevo rumbo, su futuro dentro del MPN también estará en peligro. Las seccionales del partido ya han expresado su respaldo a los candidatos que proponga el frente de Figueroa, dejando en evidencia que la vieja conducción ha perdido toda influencia.

Neuquén enfrenta un momento histórico. La renovación política impulsada por Figueroa ha demostrado ser la mejor alternativa para el crecimiento de la provincia.

La gobernabilidad está asegurada gracias al respaldo del MPN, y los vicios del pasado están siendo erradicados. Ahora, con la mirada puesta en las legislativas, el desafío es consolidar este proyecto a nivel nacional y garantizar que Neuquén tenga representantes comprometidos con su desarrollo.