Ladrones vaciaron la biblioteca popular de Segundo Vázquez, pero dejaron los libros
En una impactante madrugada del martes 12 de noviembre, la comunidad de Villa Ceferino en Neuquén capital se vio sacudida por un insólito robo en la Biblioteca Popular de Segundo Vázquez.
A medida que los rayos del sol comenzaban a iluminar el día, Daniel Bello, presidente de la biblioteca, y su esposa llegaron al lugar para enfrentarse a una escena desoladora. Los ladrones habían ingresado por el patio trasero y, en un acto audaz, se llevaron todos los materiales imprescindibles para las actividades diarias, dejando intactos los estantes repletos de libros.
A pesar de la magnitud del robo, lo que más sorprende es que los delincuentes no tocaron ni un solo libro. En cambio, se apoderaron de seis guitarras, un teclado, un microondas, una cafetera y una computadora completa, elementos vitales para los talleres de música y otras actividades educativas que la biblioteca ofrece a los niños del barrio.
“No es la primera vez que sufrimos estos ataques”, comentó Bello, visiblemente angustiado. “Ya hemos tenido robos previos, como el tendido eléctrico, que nos dejó sin luz y sin cámaras de seguridad, y también parte del cerco perimetral fue desmantelado. Este último robo es la gota que colmó el vaso.”
La inquietante situación va más allá del robo material. La Biblioteca Popular de Segundo Vázquez es un espacio fundamental para la formación y recreación de muchos jóvenes del barrio. “La mayoría de lo que robaron se utilizaba para las clases de música de los sábados o para otras actividades comunitarias. Este lugar es esencial para la educación y el desarrollo de los chicos”, recalca Bello.
Desde que comenzó esta ola de robos, la biblioteca ha luchado por recuperar su normalidad. Gracias al apoyo del secretario general de ATE, Carlos Quintriqueo, se logró gestionar la instalación de un nuevo pilar eléctrico, pero la inseguridad persiste, ya que los delincuentes continúan atacando.
“Lo más angustiante es que, a pesar de nuestros esfuerzos por reparar los daños, el material robado es muy costoso y no contamos con los recursos necesarios para reemplazarlo. Los subsidios son insuficientes; apenas alcanzan para cubrir lo básico, mucho menos para reponer lo que se han llevado”, lamentó Bello.
Así, la comunidad se encuentra en un estado de desesperación, enfrentando un doble desafío: restaurar un espacio que es mucho más que una simple biblioteca y cuidar de un recurso educacional que es vital para el futuro de sus jóvenes.