Panorama Político de Neuquén
El escenario

A los Gutiérrez no los quieren ni de regalo

Los hermanos neuquinos Gerardo Gutiérrez y Omar Gutiérrez, hoy importantes dirigentes opositores provinciales. (Dibujo: NOVA)

La política neuquina ha dado un giro irreversible y, en medio de esta tormenta de realineamientos, los hermanos Omar Gutiérrez y Gerardo Gutiérrez han quedado a la deriva, huérfanos de poder y sin respaldo dentro de un Movimiento Popular Neuquino (MPN) que ha decidido apostar todas sus fichas al gobernador Rolando Figueroa.

La imagen que mejor ilustra esta nueva realidad se vio en la reciente apertura de sesiones legislativas. Omar Gutiérrez, exgobernador y actual titular de la Junta de Gobierno del MPN, intentó mostrarse presente, pero su figura pasó desapercibida entre un recinto completamente alineado con Figueroa.

Como si la política neuquina le estuviera enviando un mensaje claro, Gutiérrez acudió al evento con moño de regaloy todo en un intento de acercamiento al actual gobernador, pero pasó completamente desapercibido.

A finales de febrero, los diez legisladores del MPN en la Legislatura provincial dieron un golpe definitivo al gutierrismo: firmaron un documento titulado "Unidos para defender a Neuquén", en el que manifestaron un respaldo absoluto al gobernador Figueroa y a su proyecto político. Entre las firmas figuraba la de Gerardo Gutiérrez, hermano del exmandatario, quien hasta hace poco era una de las pocas voces críticas dentro del espacio.

Este realineamiento legislativo se suma al respaldo masivo de los intendentes, exintendentes y las seccionales del partido. La estructura territorial del MPN ha sido conquistada sin resistencia por Figueroa, quien logró capitalizar el descontento interno y convertirlo en una marea de apoyo a su favor. Lo que antes se presentaba como una interna feroz hoy se traduce en una conducción unificada bajo el mando del gobernador.

Un partido sin cúpula, pero con bases

El golpe final a las aspiraciones de los Gutiérrez lo dio el propio Figueroa al descartar cualquier tipo de acuerdo con la "cúpula" del MPN. En su discurso de apertura de sesiones, el gobernador dejó en claro que su construcción política está sostenida en las bases, en la militancia, y no en las antiguas estructuras de poder que hoy han quedado obsoletas.

El mensaje fue contundente: la era de los acuerdos entre cuatro paredes ha terminado. Mientras algunos dirigentes del MPN aún intentan descifrar cuál será su rol en este nuevo esquema, el gobernador avanza con paso firme, asegurando que Neuquén ya no está atada a las disputas internas de un partido que gobernó la provincia durante seis décadas, sino a un proyecto de gestión concreta.

Si algo quedó claro en los pasillos de la Legislatura esta semana, es que ya no hay espacio para la rebeldía dentro del MPN. La renuncia de Gerardo Gutiérrez a la presidencia de la Comisión de Producción fue la prueba definitiva.

Su salida fue solo un trámite, un símbolo de lo que ya estaba decidido: el gutierrismo ha sido desplazado y Figueroa ha tomado las riendas del partido sin dejar margen para la oposición.

Con este movimiento, la bancada legislativa terminó de alinearse y envió un mensaje demoledor a cualquier disidente: aquí solo hay lugar para los que están con el gobernador. El gutierrismo, otrora una fuerza dominante, quedó reducido a cenizas.

El exgobernador intentó recuperar protagonismo con su presencia en la Legislatura, pero el gesto tuvo más de resignación que de influencia política. Rodeado por un bloque que ya no le responde, Gutiérrez se puso el moño para agradar a Figueroa, pero se convirtió en un espectador de su propia caída.

Mientras él sigue sin definir su postura frente a las elecciones legislativas de este año, el actual gobernador ya tiene el respaldo de todos los sectores clave del MPN.

Desde el entorno del gobernador aseguran que la falta de definición de la Junta de Gobierno del partido es un problema menor. "Si el MPN no se alinea con el Gobierno provincial, no saca más del 10 por ciento", comentaba hace días un dirigente del espacio. En otras palabras, el partido que alguna vez fue un gigante hoy necesita de Figueroa para sobrevivir electoralmente.

Figueroa ha logrado lo que parecía imposible: transformar al MPN en una herramienta funcional a su proyecto sin necesidad de arrodillarse ante la vieja dirigencia. En apenas un año, el gobernador se consolidó como el líder indiscutido del espacio. La oposición interna se desmoronó sin siquiera dar batalla y el gutierrismo quedó atrapado en un limbo del que difícilmente podrá salir.

El MPN ha cambiado y, con él, la política neuquina. Omar Gutiérrez, quien alguna vez manejó los hilos del poder, hoy solo puede asistir a los actos oficiales como una sombra de lo que fue, mientras que su hermano Gerardo, en un giro tragicómico, terminó firmando su propia rendición.

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