Noviembre: turbulencias en el vuelo político de la provincia
El mes comenzó con una inesperada sacudida en el vuelo político de Neuquén, que hasta entonces parecía transitar con calma. La tormenta se gestó en el horizonte cuando se debatió la iniciativa que devuelve al presupuesto del Poder Legislativo el 1,5 por ciento de ingresos por coparticipación federal, fondos que había dejado de percibir desde la sanción de la Ley 3.391, que creó el Fondo de Estabilización de Presupuestos.
Las diferencias entre el gobernador Rolando Figueroa y la vicegobernadora Gloria Ruiz ya habían quedado expuestas cuando Ruiz decidió diferenciarse y sumarse a la visita de Victoria Villarruel a la Patagonia. Este distanciamiento se profundizó con el proyecto enviado por Figueroa, que dispone el aporte del 3,5 por ciento del presupuesto legislativo, de manera opcional, para un plan de becas destinado a estudiantes de toda la provincia.
Sin embargo, la furia de Ruiz se desató tras un pedido para incluir la constitución de un fondo anticíclico con el 0,5 por ciento del porcentaje de coparticipación que, por la ley de autarquía financiera, le corresponde al Poder Legislativo. “Es un escándalo realmente, una vergüenza”, lanzó la exintendenta de Plottier en plena sesión, al enterarse de la propuesta defendida por el Movimiento Popular Neuquino y otros espacios aliados al gobierno provincial, que imponían una adenda en el proyecto.
Este episodio no solo revela las tensiones internas en el gobierno provincial, sino que también pone de manifiesto las complejidades de la política neuquina. La iniciativa de Figueroa, aunque bien intencionada, ha generado un debate acalorado sobre la distribución de los recursos y la autonomía financiera del Poder Legislativo.
En un contexto donde la política debería centrarse en el bienestar de los ciudadanos, estas disputas internas desvían la atención de los verdaderos problemas que enfrenta la provincia. La turbulencia de noviembre es un recordatorio de que, en política, la calma puede ser efímera y las tormentas pueden surgir en cualquier momento.
Queda claro que estamos en momentos de presupuestos cortos y expectativas largas donde la dificultad de planificar en la incertidumbre económica.
La elaboración de presupuestos en Argentina se ha convertido en un ejercicio de malabarismo, donde la sábana y la frazada parecen siempre demasiado cortas para cubrir todas las necesidades. Ya sea a nivel municipal, provincial o nacional, los presupuestos se están cerrando sin una visión clara del panorama económico del país.
El Gobierno nacional ha proyectado un crecimiento del 5 por ciento y una inflación del 18 por ciento anual en su presupuesto. Sin embargo, estas cifras parecen más un deseo que una realidad tangible. La economía diaria sigue congelada, sin señales de reactivación que permitan estabilizar los balances. En este contexto, muchos dudan de que se cumpla la predicción de Javier Milei sobre la caída de la inflación y el crecimiento del superávit el próximo año.
Para los políticos de todo el país, armar un presupuesto se asemeja a la famosa frase: “si tapo la cabeza, destapo los pies”. La falta de recursos y la incertidumbre económica obligan a tomar decisiones difíciles, donde siempre algo queda descubierto. Esta situación no solo refleja la fragilidad de la economía argentina, sino también la necesidad de una planificación más realista y adaptada a las circunstancias.
La incertidumbre económica no solo afecta a los números en un papel, sino que tiene un impacto real en la vida de las personas. Los servicios públicos, la infraestructura y las políticas sociales dependen de estos presupuestos, y cuando estos son insuficientes, las consecuencias se sienten en todos los niveles de la sociedad.
Es crucial que los responsables de la elaboración de presupuestos adopten un enfoque más flexible y adaptativo, que les permita responder a los cambios y desafíos económicos de manera más efectiva. Solo así se podrá avanzar hacia una economía más estable y equitativa, donde la sabana y la frazada sean lo suficientemente largas para cubrir todas las necesidades.
En definitiva, la elaboración de presupuestos en tiempos de incertidumbre es un desafío que requiere no solo habilidad técnica, sino también una visión clara y un compromiso con el bienestar de la sociedad.
En resumen, queda claro que Rolando Figueroa fue por ahora el gobernador que ajustó las cuentas y logró el superávit sin dejar de lado las responsabilidades del estado en las necesidades de la sociedad.
En un contexto económico desafiante, Rolando Figueroa ha demostrado que hacer los deberes en la administración pública puede rendir frutos significativos. En casi un año de gestión, el gobernador de Neuquén ha eliminado más del 50 por ciento de la planta política, cancelado contratos innecesarios y reducidos gastos corrientes, logrando un ahorro que orilla el billón de pesos, o 1.000 millones de dólares.
Este esfuerzo titánico ha permitido que la provincia cierre el año con superávit, un escenario inimaginable hace un año. Figueroa no solo ha puesto en marcha el gobierno, sino que también ha logrado acuerdos salariales que mantienen a los empleados estatales satisfechos. Los ministros paritarios de Neuquén han asegurado previsibilidad salarial para todo el año 2025, un logro que no pasa desapercibido.
Además, la provincia ha mejorado su calificación de riesgo ante los organismos de crédito internacional, un indicador claro de la confianza que genera la gestión de Figueroa. Sin embargo, no todo es color de rosa. La tormenta del presupuesto legislativo provincial aún requiere atención, y Figueroa deberá aplacar los requerimientos del Poder Judicial para cerrar el año con un balance de gobernabilidad impecable.
La temporada de verano se anticipa calurosa, con alto voltaje y bastante pimienta, manteniendo al arco político en vilo mientras se prepara para un 2025 electoral que promete ser muy complicado. Pero si algo ha demostrado Figueroa, es que, con determinación y ajustes precisos, es posible navegar incluso las aguas más turbulentas.