La militancia le da la espalda a Parrilli y Martínez y abraza la "neuquinidad" de Figueroa

Más de 1.500 militantes, dirigentes territoriales, intendentes, lonkos, sindicalistas y referentes sociales protagonizaron el pasado sábado 26 en Mariano Moreno, un encuentro que marcó un punto de inflexión en la política provincial. En un acto multitudinario, un amplio sector del peronismo neuquino reafirmó su compromiso con la gestión de Rolando Figueroa y dejó un mensaje claro: el peronismo provincial ya no responde a las lógicas de las viejas conducciones de Oscar Parrilli y Darío Martínez.
Bajo la consigna de que “la neuquinidad es peronista”, dirigentes como Lorena Barabini, Marcelo Zúñiga, Tanya Bertoldi, Ana Servidio y Soledad Martínez, entre otros, manifestaron su adhesión al proyecto político que lidera Figueroa, dejando en evidencia el creciente distanciamiento con la conducción oficial del Partido Justicialista.
“La neuquinidad sintetiza una gestión de gobierno que hace del Estado un elemento fundamental para equiparar las profundas desigualdades”, afirmaron desde el escenario, reivindicando el rol del Estado provincial en la obra pública, en el acompañamiento a estudiantes mediante becas y en la defensa activa de los derechos sociales. “No venimos a negar la política. La enarbolamos como herramienta imprescindible para transformar la vida democrática”, remarcaron los oradores.
El encuentro dejó al desnudo una fractura que ya nadie intenta disimular. El peronismo que se referencia en Parrilli y Martínez, aferrado a estructuras envejecidas y más preocupado en conservar espacios de poder que en dar respuestas reales a las demandas sociales, quedó cada vez más aislado.
Ambos dirigentes, que durante años monopolizaron las candidaturas y los principales espacios de decisión, enfrentan ahora un proceso de vaciamiento interno. La falta de autocrítica tras sus fracasos políticos —como la errática gestión nacional de la que Martínez fue parte como secretario de Energía— sumado al uso discrecional de los recursos partidarios, terminó de agotar la paciencia de gran parte de la militancia.
En contraste, el sector que ahora acompaña a Figueroa puso en valor un modelo de gestión donde la prioridad son las necesidades concretas de la población neuquina, y no las internas partidarias ni la carrera de dirigentes personales.
El gobernador Figueroa pidió a los peronistas "ser cada vez más peronistas, y tener poder para defender Neuquén". Acompañado por la ministra Julieta Corroza, quien además suena como posible candidata al Senado, Figueroa enumeró las políticas públicas que viene llevando adelante su gobierno: la continuidad de obras paralizadas, la búsqueda activa de fondos nacionales, el fortalecimiento de las becas estudiantiles y el impulso de nuevas obras estratégicas para la provincia.
El mandatario provincial también fue contundente respecto a la política nacional: “Mientras en Buenos Aires la motosierra no se detiene, en Neuquén decidimos enfrentar el ajuste no sólo con discursos, sino con acciones concretas”, sostuvo.
En ese sentido, militantes y dirigentes del peronismo que respaldan la gestión provincial subrayaron que "hoy ser oposición cómoda mirando hacia Buenos Aires no alcanza", y llamaron a asumir el desafío de ser protagonistas activos en la defensa de los intereses neuquinos.
Fin de ciclo en el PJ tradicional
La jornada en Mariano Moreno no solo fue una muestra de apoyo a Figueroa, sino también un claro llamado a dejar atrás los viejos métodos que caracterizaron durante años a las conducciones del PJ neuquino. "No más política de apellidos ni candidaturas heredadas. Hoy el peronismo neuquino se construye con ideas, territorio y compromiso", señalaron los organizadores.
Desde el espacio emitieron además un comunicado donde afirmaron: “Este proyecto político tiene claro que Neuquén es una provincia rica, históricamente mal administrada, y que necesita un Estado que ordene, produzca y redistribuya con equidad. ¿Quiénes, sino las y los peronistas, vamos a aportar para que eso suceda?”.
Mientras tanto, el sector que responde a Parrilli y Martínez se encamina hacia un nuevo proceso electoral en condiciones de extrema debilidad: sin renovación interna real, y con una dirigencia cada vez más cuestionada por su falta de sintonía con las demandas sociales de la provincia.