Literarias
Una producción de NOVA

Diario íntimo de Emma: ¿Por qué te fuiste, amiga, por qué?

Emma, la mujer. (Dibujo: NOVA).

Te tomaste un sorbo de café con dos cucharaditas de azúcar, como siempre, lanzaste un último suspiro y te fuiste. Y me dejaste sola. Eternamente sola, cruelmente sola, con mi soledad a cuestas, a la que llevo como una mochila de piedras. ¿Por qué, amiga, por qué?

Primero fue un dolor en el pecho, y fue en vano convencerte de ir al médico. Te reías con esa risa de dientes blancos y perfectos. Decías que eras inmortal, que nada podía sucederte, que eras capaz de burlar el destino, y ya viste amiga, cuán equivocada estabas. Dios mío.

Después, cuando esa maldita enfermedad terminal invadió todo tu cuerpo fue tarde. Las sábanas blancas, impecables, de tu habitación, se fueron tiñendo de manchas rojas, cada vez más y más, con el correr de los meses.

Ese hilo de sangre que se desprendía de tu boca como un río que se ensanchaba, fue minando tus fuerzas, tu energía, y tu sonrisa –tu fabulosa sonrisa- se camufló en una caricatura con un rictus de amargura.

Así de despiadada fue tu partida, amiga de mi alma. Afuera llovía mucho, a cántaros, como si los ángeles despidieran a un alma bondadosa, como solo la tuya pudo ser. Tal cual como me pediste, desparramé tus cenizas al viento, entre sollozos y gritos desgarradores.

Cada lluvia, cada tormenta, cada relámpago te trae a mí, amiga mía. Vos descansás en paz. Y yo sola, esperando a mi príncipe azul, te lloro en silencio esperando alguna vez reencontrarme con vos. Mi alma gemela, mi espejo, mi confidente, mi Ángel guardián. Dios. Dame fuerzas para continuar.

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